Peritos bonaerenses sostienen que el joven fue víctima de un homicidio policial
De el trabajo realizado por peritos bonaerenses, entorno a la muerte de Guillermo “ Coco” Garrido, en un calabozo de la comisaría de El Bolsón, el muchacho no se suicido, en realidad se está ante un homicidio policial, según se desprende de un informe especial publicado por Pagina 12.
Garrido, murió en un calabozo de El Bolsón a mediados de enero del este año, en principio la investigación encabezada por el juez Ricardo Calcagno y tras la primer autopsia, la causa fue archivada asegurándose que el joven “Coco” se había suicidado, ahorcándose con un cinto; pero familiares, amigos y movimientos sociales comunitarios no pararon en el reclamo con movilizaciones, logrando con el correr de los meses desarchivar la causa.
Una vez reabierta la investigación, por intervención y orden de la Cámara del crimen, recién la abogada de la familia de la víctima, la dra Marina Schifrin recién pudo ver fotocopias del expediente tres meses después. A partir de allí la jefa de los fiscales, Liliana Piccinini, pidió nuevos peritajes y reautopsias y mediante un convenio convocó a los expertos de la Procuración bonaerense.
En ese marco es que el informe del equipo de expertos –al que tuvo acceso Página/12– cuestiona los groseros fallos de la primera autopsia realizada por forenses locales y sostuvo que Garrido había recibido un golpe en la nuca con un objeto duro y romo. La causa había sido archivada como suicidio por el juez Ricardo Calcagno.
Más adelante el informe señala que la marca del golpe implica que fue dado con fuerza suficiente como para “provocar una anestesia previa de Brouardel”, denominación forense que en lenguaje coloquial significa que lo durmieron de un golpe en la nuca. También en términos forenses, la anestesia de Brouardel es la que precede al suicidio por mano ajena, preferentemente policial si se produjo en una comisaría.
Los especialistas bonaerenses son durísimo con el perito rionegrino que intervino en la autopsia de Garrido, sosteniendo que “no fue (una autopsia) metódica completa”, que “llamativamente” no analizó el “surco de ahorcadura”, “no se realizaron exámenes complementarios radiológicos, anatomopatológicos y toxicológicos”; “no se analizaron huellas ni rastros en el cinturón ni su resistencia mecánica a la tracción y estiramiento para soportar el peso de una persona como Garrido sin romperse”. Sin posibilidad de analizar el surco de ahorcamiento ni huellas en la musculatura porque sólo quedaban los huesos, el equipo de Creimer analizó las vértebras cervicales, y halló rastros en la apófisis de la segunda vértebra compatibles con marcas de ahorcadura.
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